Desde hace tiempo me interesa el tema de la formación de públicos, principalmente, para el arte contemporaneo. A excepción del día de la inauguración, las exposiciones suelen carcaterizarse por sus públicos ausentes. Ausencias que además de evidentes son preocupantes, porque al fin y al cabo, la obra cobra sentido a partir del “otro”.
Es (el asunto de los públicos) un problema de “conceptos”, de lo que las “instituciones” (galerías, museos, cineclubes e incluso artistas) entienden por públicos y de sus respuestas a la ligera: ¡faltaron carteles! Sin embargo, la carencia de públicos no depende ni de la cantidad de carteles, ni de la calidad de la muestra, sino de las vías que se utilizan para reducir distancias.
Me refiero a públicos (en plural) porque son un todo complejo y heterogéneo; no son un hecho dado como las instituciones suponen. Como bien dicen: no nacen, se hacen. Más que voluminosos, deben ser críticos y exigentes; responsables, por así decirlo. Capaces de justipreciar e incluso cuestionar la obra que está cubriendo un espacio de legalidad y la institución que legitima. La ausencia de públicos debe concebirse como una oportunidad, como un tiempo para realizar cambios, para ser autocríticos y preguntarse si las entradas gratuitas y las hojas de sala son suficientes, o si tan sólo son tímidos intentos que no hacen más que subrayar la asepsia del museo o su status de templo laico.
Así pues, a propósito de los públicos, Violeta Celis (Jefa del Departamento de Educación del Museo Tamayo de Arte Contemporáneo) y yo comenzamos esta entrevista/cuestionario por vía electronica. Como en todas las conversaciones epistolares hay algunos espacios de réplica no ejercidos, pero, la caja de comentarios del internet nos brinda la posibilidad de que esta charla sume y siga.
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-¿Cuál es el objetivo del Departamento de Educación del Museo Tamayo Arte Contemporáneo?
Establecer ‘diálogos críticos o no’ y ‘encuentros placenteros o no’ entre las propuestas artísticas que se exhiben en el museo y el espectador que nos visita. Muchas veces el arte que se muestra en las salas entra de manera aleatoria al visitante, y éste ni siquiera lo ha notado.
-¿Su objetivo es que los públicos del Museo Tamayo (y del arte contemporáneo, por extensión) pueda leer la exposición presente, o bien, que el arte habite a los públicos como si se tratara de un padecimiento?
Que la propia lectura del arte actual provoque el virus. Todavía existe mucha reticencia al arte contemporáneo. Lo que hagan tanto los espectadores como aquellos que exhiben arte contemporáneo !bienvenido! De lo que se trata es de infectar miradas y cerebros.
-¿Es posible formar públicos para el arte contemporáneo?
Totalmente. Y muchas veces es cuestión de tiempo y apertura no sólo por parte de las personas que se acercan por primera vez o no a un espacio de arte contemporáneo, sino en el tipo de estrategias que un museo o institución cultural implementan para lograr que aquel que entra a ese lugar se tome su ‘tiempo’ para crear su propia experiencia.
¿Por qué de ‘tiempo’? Porque si de algo adolece el arte actual y muchos otros aspectos de nuestra vida es de la ‘inmediatez’, la cual nos hace leer apresuradamente e indiscriminadamente cualquier tipo de objeto, sea de carácter cultural o no. La pandemia del tiempo corto nos acostumbra malamente a la lectura rápida de las cosas, a sacrificar el poder de la observación y del análisis, del pensamiento y la reflexión. La primera mirada solamente alcanza para leer a partir del ‘bueno’ o ‘detestable’ manejo que el artista ha hecho de la técnica o del proceso que ha utilizado para su obra. Nos disgusta agregar más tiempo para cuestionar más allá de lo primero que vemos.
La recepción del arte actual se mina por este aspecto tan irrisorio y fundamental: el escaso tiempo que dedicamos para construir puentes de diálogo y encuentro, aunado a la escasa apertura para adentrarnos a formas del arte desconocidas, diferentes o poco habituales para nosotros, para enfrentarnos a discursos retadores, irónicos, violentos, pero que si tuviéramos un par de minutos más para leerlo de cerca nos daríamos cuenta que su estruendosa vitalidad radica precisamente en su época, que también es la nuestra.
El público que por primera vez se acerca al arte de su tiempo o el que por su contexto ya está relativamente infectado debe ‘tomarse el tiempo’ necesario para mirar de manera diferente lo que le ‘cierra el paso’ y como decía el pintor alemán Georg Baselitz, hacer la única cosa que el arte exige del espectador: leerlo a través de la mirada y el cerebro. Solamente así pueden surgir generaciones virulentas y ávidas por conocer lo que actualmente hacen los artistas con esa materia que es el mundo.
-¿A qué públicos están dirigidos los programas del Museo Tamayo?
A todo público. Público deambulatorio y causal que entró al Tamayo porque le significaba en ese momento contar con más tiempo para conocer a la persona que lo acompaña. Extranjeros que insisten en ver solamente pinturas de Tamayo. Neófitos con ganas de aprender. Padres de familia que llevan a sus hijos al museo para que se acostumbren a la ’alta cultura’. Estudiantes de arte y humanidades y otras, menos contabilidad. Adultos jóvenes amantes de la arquitectura del museo. Artistas. Teóricos críticos y críticos no tan teóricos. Diletantes. Amigos de artistas y curadores. Niños de todo tipo, desde aquellos que ya visitaron Nueva York y Europa hasta adolescentes del Valle de Chalco que vinieron porque su maestra les dijo que había un taller divertido en el museo.
En el Tamayo tenemos un programa de actividades al que se le conoce como ‘Caja de herramientas’, que parte del principio básico que te hace escoger determinada ‘herramienta’ para resolver un problema específico, como reparar tu lavabo cuando gotea. De esta forma, ofrecemos herramientas diversas contenidas en una caja que permanece abierta de martes a domingo, 10:00 a 18:00 horas, y que posibilitan un acercamiento al entendimiento, al disfrute o al enojo. Walter Benjamin decía que “Probablemente uno nunca será maestro en algo en lo que no ha conocido la impotencia, y quien esté de acuerdo con esto también sabrá que esa impotencia no está situada al principio o antes de todo esfuerzo por conseguir la cosa, sino justo en el centro de la misma”. Esta frase te habla un poco de lo que se trata: sólo en esa impotencia de enfrentarte a la dificultad posibilitas un puente con la obra y más si se trata de arte contemporáneo.
-¿Qué significa educar (entre comillas, por supuesto) en y desde el museo?
VC: Híjole, eso de ‘educar’ son letras de mucho peso. Actualmente la labor de los museos es apostarle a la maleabilidad de la palabra ‘educar’ vía la experiencia. El museo contemporáneo debe entenderse como un espacio vivo en el que suceden situaciones que provocan experiencias. Es un conocimiento que como virus o un corazón que late demasiado rápido provoca otro tipo de cosas, las cuales tienen que ver más con el sentido de la vida. Si al salir de un museo no logras empatar lo que acabas de ver contigo o con la vida en general en algún sentido o en otro no sucedió absolutamente nada.
-En la ciudad de Oaxaca no existen museos o espacios de exhibición o centros culturales con departamentos de Educación o de Formación de Públicos. En más de una ocasión he escuchado que la gente se refiere a estos departamentos como (pura y dura) demagogia. ¿Crees que un museo puede, actualmente, existir sin un departamento de Educación?
Puede pero no debería. Y menciono lo anterior siempre y cuando se comprenda desde la dirección de los museos o instituciones culturales, la importancia de la mediación en un sentido efectivo y no como 'mero entretenimiento'. El mal entendimiento de las áreas educativas es precisamente por la 'malformación' que algunos espacios culturales han establecido de este tipo de recursos, reduciéndolos en su mayoría a talleres 'dislocados' para el público infantil o visitas guiadas para el público adulto. Muchas veces éstos -como se plantean e implementan- se encuentran muy lejos de establecer puentes reflexivos y lúdicos.
La formación de públicos tiene que entenderse desde la perspectiva lógica del 'puente'; 'puentear' en todas sus dimensiones: ese es y seguirá siendo el dilema y el reto. La mediación del arte tiene que partir de que el espectador es una entidad pensante, con la suficiente habilidad para emitir sus propios juicios de valor y disfrute respecto de lo que ve, y no como alguien al que se le tiene que proporcionar contenidos 'masticados'.
Desgraciadamente muchos museos ven a los Servicios Educativos o Departamentos de Educación como algo necesario para subir la afluencia a nivel de números, un trabajo que hay que hacer pero que no es revalorado en toda su dimensión. Por lo tanto, no están dispuestos a invertir ni en el aspecto económico ni intelectual para 'elevar' lo que realmente importa: la calidad de su oferta, el acogimiento por parte de todo tipo de públicos, una vez más, el 'puenteo' entre el arte y el espectador.
-¿Cuál es la importancia del internet en la formación de públicos?
Considero que es una herramienta que bien dirgida puede contribuir a los proyectos educativos de un espacio cultural, no solamente en el sentido de la difusión de los mismos, sino en la formación de redes sociales a partir del nodo 'arte'. Sin embargo, de lo que se trata es que el vínculo no se quede en el plano de lo virtual sino que se complemente con lo tangible de la experiencia 'única' que solamente te la proporciona confrontar el arte de manera presencial. En este sentido, es una herramienta más para vincular a una comunidad que probablemente no se acercaría o se enteraría de lo que acontece en los espacios del museo sino fuera por esta vía.
En el Tamayo vamos a comenzar con un proyecto nuevo desde el área de Educación que se llamará CANAL TAMAYO, el cual consiste en unas cabinas de Youtube Channel en el patio central del museo, a través de las cuales provocaremos la curiosidad del público joven hacia las propuestas artísticas y actividades del Tamayo, utilizando el recurso del video y la posibilidad de que las opiniones y propuestas de los jóvenes puedan ser vistas y conocidas desde la plataforma de Youtube. Iniciaremos con la fase piloto en nuestra próxima inaguración el jueves 15 de octubre. Y de esta forma, seguiremos con otro tipo de herramientas de diálogo como el twitter o el blog, que ya muy pronto estrenaremos.
-¿Crees que el museo puede convertirse en un espacio que ayude a sanar el tejido social que se encuentra lastimado? Digamos, ¿crees que el museo puede convertirse en un espacio importante para la comunidad? ¿Qué implicaría ésto?
Considero que si desde la cabeza de un espacio cultural se plantea esto como posibilidad y objetivo y se trabaja por ello puede convertirse en una realidad muy gratificante. Los museos americanos le han apostado a ello en la última década, para ellos es muy importante crear un vínculo muy fuerte con la comunidad que es cercana a un espacio cultural en específico. Y a mí parecer lo han logrado con mucho éxito. Esa es una veta que hace falta explorar más en los museos en México, porque en la medida que la comunidad se siente acogida por estos espacios se va creando una 'afección' permanente que puede trasmitirse a través de las relaciones de la propia comunidad. Por ejemplo, el New Museum en Nueva York, dedica eventos especiales al menos un domingo de cada mes para las familias que viven cerca del museo, lo cual ha beneficiado a ambas partes. Lo mismo el Brooklyn Museum, El Museo del Barrio, hay muchísimos ejemplos.
¿Cuál es la ventaja de aplicar este tipo de estrategias? que haces que lo que acontece en el museo se convierta con el tiempo en parte de la vida de un grupo de personas, eso es sensibilizar, y al lograr eso vía el arte, estás contribuyendo a generar otro tipo de 'tejido social'.
-Hace no mucho leí que está en proceso un nuevo proyecto para un Museo Tamayo. Uno en donde prácticamente la bodega y las salas de exhibición se funden. ¿Podrías hablar un poco de este proyecto? ¿Qué repercusión esperan que ésto tenga en los públicos?
Lo que originalmente empezó como la búsqueda de una solución práctica para el mejor resguardo de nuestra colección (que oscila entre las 320 obras de arte moderno y contemporáneo), muy probablemente se convertirá en el Centro Cultural Tamayo en el corazón de Atizapán de Zaragoza, al norte de la Ciudad de México. En este espacio, se ofrecerá una opción cultural mucho más flexible con el objetivo de acercar a la comunidad de esta zona a lo más representativo del arte contemporáneo nacional e internacional. El programa de exhibiciones será el mismo que se presente en el Museo Tamayo, sin embargo, la programación de las actividades para el público incluirá formatos que difícilmente podrían planearse para el museo de Reforma y Gandhi. Estamos muy emocionados con este proyecto porque consideramos que contribuirá a descentralizar la recepción del arte contemporáneo en la propia ciudad.
Visto en Salonkritik
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