8 sept 2010

Documental y fútbol, una relación poco fructífera.

Por M. Martí Freixas
La relación entre fútbol y cine históricamente ha dado resultados bastante pobres. En los últimos años y con todos los recursos audiovisuales de que se disponen, este mal camino no ha variado demasiado. No ha surgido ningun cineasta que haya sabido aprovechar la extensa popularidad de este deporte para hacer buenas (y exitosas) películas.

1. Pan y fútbol
Esta podría ser una breve definición respecto a la presencia del fútbol en nuestra sociedad hoy en día: deporte de enorme popularidad e impacto social, generador de un gran volumen de negocios económicos en todos los continentes, espejo de cada sociedad que lo celebra así como herramienta de desahogo colectivo a modo de catarsis, para los más críticos, una herramienta-catarsis sociopolítica alienante.

En definitiva, el fútbol, el maldito fútbol, por varios motivos de peso, tiene una destacada presencia a nuestro alrededor. En España, mientras algunos clubes profesionales se acercan a la quiebra económica, la práctica del fútbol y su consumo no disminuyen, más bien todo lo contrario después del exitoso Mundial de Sudáfrica.

La relación entre fútbol y cine históricamente ha dado resultados bastante pobres. En los últimos años y con todos los recursos audiovisuales de que se disponen, este mal camino no ha variado demasiado. No ha surgido ningun cineasta que haya sabido aprovechar la extensa popularidad de este deporte para hacer buenas (y exitosas) películas. Repasando listas de filmes, escasamente encontramos un puñado de títulos aceptables alrededor de la temática en la última década. ¿Cuáles son las causas de este vacío?

Por un lado podríamos achacarlo a una sobredosis de fútbol, una presencia constante en los medios de comunicación con un tipo de imágenes muy similares, repetitivas e icónicas. En las televisiones españolas el mundo del fútbol tiene una presencia informativa constante con retransmisiones de partidos de competiciones de toda índole y la redifusión de los mismos los días de descanso En la televisión están siempre jugando al fútbol, parece como si en todo el año hubiera un solo e inacabable encuentro que dura 365 días. Ese ruido mediático ininterrumpido construye un imaginario visual que parece cerrado y aplaca el ánimo de creatividad. De las películas que comentaremos en este artículo, centrado en el documental, las mejores son francesas, un país donde curiosamente la intensidad del fútbol es muy inferior a sus vecinos y donde el balompié compite con el rugby en fama y minutos en la pequeña pantalla.

Por otro lado, gran parte de los proyectos nacidos están vinculados a cadenas televisivas, a veces ligados a importantes presupuestos. El cine más independiente no se ha aproximado al llamado “deporte rey”. Así, la mayoría de proyectos se rigen por códigos convencionales y de nuevo cerrados, la voluntad de traspasarlos es escasa o impedida, la película se convierte en “producto” que se debe a un público amplio y mayoritario. Otro motivo puede ser el limitado rol del “soccer” en Estados Unidos, deporte muy secundario que no ha suscitado tampoco el interés de sus productoras y cineastas, con lo cual se pierde un baluarte de producción cinematográfico importante que sí ha desarrollado una extensa filmografía deportiva (boxeo, fútbol americano, hockey, billar, etc.).

Las películas realizadas sobre fútbol se han centrado sobretodo en retratar el jugador-ídolo. También han mirado alrededor de estos para destacar personajes secundarios o perdedores. Otro de los aspectos de atención ha sido la pasión que el fútbol genera. Esos son los ejes principales los cuales presentan en líneas generales dos problemas. Uno es el intentar afrontar la pasión (loca, libre, desacerbada) con las estructuras tópicas, hay un desencaje formal y una incomprensión hacia esa pasión. El otro es el acriticismo, la inexistencia de material reflexivo sobre el fútbol, cuando es presente en la sociedad un hartazgo por su sobreabundancia y sobrevaloración mediática y económica. Ninguna mirada crítica hacia los valores que transmite, ninguna opinión discrepante sobre su conocida función de pan y circo.

2. Retrato de los héroes

La gente se junta para contemplar once millonarios que dan patadas a una pelota.
¿Y el equipo francés? Retratos de dimensiones estalinistas y ni un gol marcado.

(Chris Marker, Chats Perchés, 2004)

La única película relacionada con el fútbol que tuvo realmente éxito en los últimos años fue Les Yeux dans les Bleus (Stéphane Meunier, 1998). Actualmente cada partido se juega con decenas de cámaras y fotógrafos alrededor del césped, por contra Meunier decidió filmar él solo con una minicámara. Este camarógrafo francés se pegó a la selección nacional en el Mundial de 1998 y pudo desvelar partes ocultas de los adorados héroes al gran público, acercándose con tacto a ellos. Sus dos mejores aciertos fueron la intimidad y la captación del trabajo en equipo. La primera la consiguió superando algunos tópicos de las entrevistas -con charlas en espacios no televisados, como las habitaciones de los hoteles- y en situaciones no habituales -como la desnudez o el insomnio después de un intenso partido-. La psicología del trabajo en grupo la personalizó dando espacio a las arengas del entrenador Aimée Jacquet, líder amable, sutil, quien apostó por la comunión del grupo por encima de individualidades. Meunier, pero, no dejó de situar a los futbolistas en su pedestal de héroes épicos, no rompió su celestialidad mediática y siempre los distanció del público, una masa de gente entregada.

El montaje dinámico y con uso de mucha música comercial, y la victoria final de les bleus, convirtieron el documental en un apéndice del triunfo y se hizo muy conocido. Meunier rodó dos secuelas más, de la cuales sólo cabe destacar la tercera parte, reverso de la primera, que transcurre casi en su totalidad dentro del vestuario, con tristes charlas y caras largas ya que el equipo francés fracasó con rotundidad. La intimidad de la primera versión no se logró nunca más, ni tampoco en la apropiación de este modelo que hizo Brasil (Brazil Confidential, 2002-2007) ni Alemania en su mundial (Deutschland. Ein Sommermärchen / Germany: A Summer’s Fairytale, Sönke Wortmann, 2006), donde se pierden las huellas que Meunier supo imprimir en 1998.

Otro documental que fue bastante conocido es también francés, y comparte protagonista con el anterior. Zidane, un retrato del sigloXXI, Douglas Gordon, Philippe Parreno (2006), es probablemente la apuesta más original entre fútbol y cine de los últimos tiempos. Al revés de Meunier, los realizadores contaban con un gran despliegue mediático de cámaras que siguieron a Zinedine Zidane durante un solo partido de la liga española. En lugar de contar una historia -como todos los otros ejemplos aquí citados- y a pesar de la apuesta mediática y cara del proyecto, su rumbo es artístico, buscando en esas imágenes mil veces vistas, una belleza en los movimientos y un tiempo dilatado. El retrato de Zidane como persona es casi inexistente, lo que transcurre en el partido (goles, expulsiones, jugadas) es explicado de manera muy secundaria. La película exalta el fútbol, destaca lo especial que resulta contemplarlo y jugarlo, lo compara con fuertes emociones como las que pueden darse en una batalla. El planteamiento de los autores recuerda a secuencias de películas como The thin red line (Terrence Malick, 1998). El soldado protagonista está aturdido en medio de la batalla, con un efecto de sonido ensordecido, un tiempo alargado, con sus reflexiones internas en primer término, las cuales expresan un alejamiento del combate y la absurdidad del mismo. Con Zidane ocurre lo mismo: el enorme ruido del público es lejano, se nos muestran los pensamientos “antibélicos” del jugador (“a veces cuando llego al estadio antes de jugar, pienso que todo está ya decidido”), con las múltiples vistas desde ángulos distintos montadas con un aire de calma que le otorga una belleza épica a la acción.

De los grandes astros del fútbol del siglo XX se han hecho varios retratos pero poco interesantes. Emir Kusturica desaprovechó la oportunidad de hacer un buen retrato del irrepetible, complejo e icónico Maradona, y presentó un documental muy flojo (Maradona by Kusturica, 2008) en todos los aspectos. Salvo algunos momentos de las entrevistas que se convierten en breves confesiones, el resto del metraje se hunde en rellenos audiovisuales, como las pésimas animaciones, ninguna película ha acertado en capturar la esencia del astro argentino hasta la fecha. Johan Cruyff. En un momento dado (Ramon Gieling, 2004), otro proyecto flojo, cae en el lado más convencional de las entrevistas y en secuencias con puestas en escena que, simplemente, no funcionan. Películas más antiguas, con muchos menos recursos, se realizaron con más inventiva y son aún hoy en día reseñables, como la poética Garrincha alegria do povo (1962) de Joaquim Pedro de Andrade.

3. Los perdedores
Los perdedores o actores secundarios de este deporte convertido en ultracompetitivo son un buen ámbito donde posar la mirada ya que no están sometidos a la fuerte presión mediática e icónica de los héroes, son más vírgenes al audiovisual y pueden mostrar facetas más imperfectas, más cercanas al espectador.

Han coincidido en el tiempo dos películas sobre los perdedores del fútbol por antonomasia: los árbitros. Kill the referee (Lehericey Delphine, Yves Hinant, 2009) y L’àrbitre (El árbitro / The Ref, Justin Webster, 2009), y aunque de realización similar el resultado final es opuesto. La primera se centra en el colectivo arbitral designado para la Eurocopa 2008, filmando muchos partidos y colegiados distintos. Son tantos los partidos, problemas y árbitros que los conflictos acaban reducidos a anécdotas y retratos superficiales. Una versión fría, comedida y confusa de las emociones que este peculiar trabajo suscita.

L’àrbitre, por el contrario, sólo prestó atención a un par de partidos de la liga española. El realizador observa con calma que hace y dice el árbitro durante un encuentro. De esta manera consigue transmitir esas sensaciones apasionadas que el fútbol despierta en directo y se acerca a la personalidad de Pérez Lasa, un árbitro riguroso, autoritario, de corte marcial. Un ser humano que sufre en su trabajo para que el partido no se le escape de las manos, que siente la presión de los jugadores y del público. Webster monta el material con eficacia de manera que esa tensión se reviva de nuevo al ver al metraje del partido, haciendo sufrir también al espectador, como si de un thriller se tratara. El resto del documental transcurre fuera del terreno de juego y cae en las entrevistas tópicas de respuestas previsibles, lamentablemente.

Substitute (Vikash Dhorasoo, Fred Poulet, 2007) es un proyecto singular, uno de los mejores documentales realizados sobre fútbol en los últimos años. Es un doble autorretrato, un intercambio epistolar en super8 entre el jugador francés y el realizador durante el Mundial del 2006. Dhorasso, quien se pensaba que sería un jugador importante en el equipo durante el campeonato, fue relegado a una suplencia que no aceptó y, solo en la habitación, se fue hundiendo psicológicamente, filmándose en los espejos de los lujosos hoteles. Aislado de sus compañeros, rebelado contra el entrenador (el desafortunado Raymond Domenech), es la película de un deportista de élite hundido, la cara no vista por los aficionados al fútbol quienes imaginan el Mundial como la cumbre de un deportista, mientras el futbolista-cineasta Dhorasso se desespera para que acabe su pesadilla.

Otros intentos más flojos sobre perdedores: Die Champions (Christoph Hübner y Gabriele Voss, 2003) realizadores quienes durante años siguieron a cuatro jóvenes promesas de la cantera del Borussia Dortmund, de los cuales ninguno llegó a triunfar en el primer equipo, más bien vivieron traumas y decepciones. Una filmación anodina y un montaje convencional aniquilan lo que era un buen punto de partida, una mirada alternativa al aclamado éxito deportivo. The other cup (2003) de Johan Kramer es otro relato de perdedores, en este caso alegre y comercial, sin ideas interesantes en su trasfondo. El director holandés filmó un surreal partido de fútbol entre los dos países que ocupaban los últimos puestos de la clasificación de la FIFA. Los caribeños de la isla de Montserrat viajaron a las montañas de Bhután para jugar contra los pequeños asiáticos, el mismo día que Brasil jugaba contra Alemania la final del Mundial 2002. Mucha música, montaje dinámico, entrevistas que sólo son declaraciones a cámara, de nuevo más un producto que una película.

4. Interacción sociedad / fútbol
Más allá de los principales protagonistas, héroes triunfadores o perdedores, al fútbol le rodea pasión, centenares de miles de seguidores, consumidores del evento que aportan al espectáculo altas dosis de fanatismo. Winners and Loosers (Lech Kowalski, 2007) es una de las pocas películas que ha sabido transmitir esa euforia colectiva. Se filma durante la final del Mundial 2006 entre Francia e Italia, un partido donde sucedió de todo (agresiones, prórroga, penaltis). El realizador inglés dispuso de diversidad de cámaras en ambos países que filmaron a espectadores de distintas capas sociales durante el transcurso del partido: en bares, plazas, en sus hogares. Renunció al protagonista habitual (en ningún momento aparece el terreno de juego) y dio la película al habitual fuera de cuadro, ya que es a través de los cuerpos, rostros -su vertiente seria en el cine podría ser la de Shirin de Kiarostami o el Ten minutes older de Herz Frank-, comentarios y gritos de los aficionados como se va entendiendo lo que sucede. Kowalski consiguió reflejar las emociones suscitadas con un mecanismo ya conocido (capturar las reacciones del público es habitual en la televisión pero sólo de manera fugaz) y contrastar dos caracteres europeos con diversidad de matices. Se revive el duro encuentro con la intensidad de un thriller con apuntes cómicos.

Un mal ejemplo de película que posa su mirada a esa pasión: Barça Madrid, más que un partido (Thierry Afalou, 2008). En este documental se intenta enmarcar la locura de esta rivalidad deportiva, social y política dentro de un esquema previsible, otorgando el peso del relato a entrevistas que no ofrecen nada especial. Si la rivalidad culé-merengue (como muchas otras que se dan en diversos países) es algo enfermizo incluso inexplicable, la película debería ser apasionada e incluso descerebrada, llena de emociones desbordadas como las que encontramos en el título anterior. Gran parte del metraje es gente hablando tranquilamente, personas (medio)conocidas de la sociedad que asisten al alocado evento con parsimonia. Estas imágenes no explican lo que supuestamente es “más que un partido”, esta demencia asumida y generalizada en la sociedad. El corto inacabado de Jacques Tati, culminado por su hija, (Forza Bastia Jacques Tati, Sophie Tatischeff, 1978-2002) conseguía una contemplación alrededor de estas pasiones más veraz y divertida. Nos adentramos en esta película en un número anterior de Blogs&Docs.

Con el fútbol como trasfondo que resalta la interacción con su país y deja traslucir sus problemas políticos y sociales, encontramos dos películas destacables. The last yugoslavian football team (Vuk Janic, 2001) explica la desintegración del extinto país balcánico a través del desmoronamiento de su excelente equipo de fútbol de finales de los 80. Es un documental de formato televisivo con una buena historia que contar y que sí aprovecha las entrevistas, aquí tan espontáneas como reveladoras. La otra es Offside de Jafar Panahi, quien mezcla retazos de lo real dentro de un marco ficcional para exponer una contundente crítica a Irán, a su machismo y su retraso, usando el fútbol como estructura construcción de la película (el film dura noventa minutos, está llena de gritos, de altos y bajos, de victoria final gracias al trabajo en equipo).

5. Youtube, teléfonos, goles y píxels

Internet es un punto de encuentro también para el fútbol. Los cortos filmados en estadios abundan, y están llenos de la libertad e improvisación, algo que muchos realizadores encorsetados en marcos de producción no encuentran. Son imperfectos, sucios, llenos de píxels y con un sonido de escasa calidad, pero nos hacen sentir sensaciones que los otros no consiguen. Uno de los típicos vídeos futboleros en youtube es el de la celebración dentro del estadio tras un gol. El móbil en mano temblorosa y un salto de júbilo que lleva la imagen hacia la indefinición, y que nos hace pensar en que postura se encuentra el cuerpo del que filma, son breves explosiones audiovisuales que captan de instántaneo la pasión. También desde dentro de la grada con teléfonos se deja una constancia de las animaladas y la violencia latente que puede esconder el deporte vivido en masa, imagen que los medios evitan y censuran.También los hay un poco más elaborados, formal o conceptualmente. Sin ir más lejos del pasado Mundial, España celebró el campeonato con imágenes más que previsibles de los jugadores y de la afición. Hay que bucear en la red para encontrar algo más creativo. Dos vídeos contrastan por sus miradas opuestas. Uno de exaltación, el que filmó el usuario de Youtube franklintello en un bar, pequeño reflejo de lo que sucedía en todo el país. Con el ralentí acentuó la euforia y la alegría, enamorado de los rostros y las sonrisas (aunque las excesivas miradas a cámara le dan un tono a menudo publicitario). La otra cara de la moneda es un clip de menos de un minuto y de una sola toma de Gonzalo de Pedro, La pasión, que aporta esa mirada crítica e irónica del fútbol que tan en falta se hecha en todos los documentales citados excepto en el de Tati, una mirada distanciada y no identificada con los colores del equipo.


Originalmente en BLOGS&DOCS

No hay comentarios: